viernes, 9 de enero de 2009


En aquel instante, no hubo nada que me asemejara a la persona
que fui antaño, no quedó ni un jirón de los harapos de humanidad
con los que me las arreglaba para encubrir mi naturaleza.

No concebía la existencia de un aroma como ése. Habría
empezado a buscarlo desde mucho tiempo antes si hubiera
sabido que existía. Hubiera peinado el planeta para encontrarlo.
Podía imaginar el sabor…

Su olor era como una bruma en mi cerebro a través
de la cual apenas podía razonar. Mis pensamientos bramaron incoherentes, fuera de todo control.


El rostro del monstruo en mi mente se burló de mí...